Al otro lado de ‘La Ría’
Texto: Jon García
Nunca me había visto en la situación de ponerme a escribir y haber tenido que parar para limpiar las lágrimas que se escurren por el táctil de la pantalla. Así no funciona. Empieza a abrir apps de forma caótica sin mi permiso. Pero bueno, alguna vez le habrá pasado al Vazkez, quiero pensar.
Estoy un poco emocionado. Y es simplemente porque mi vida, la que yo vivo. Lo que yo veo, lo que yo siento y lo que yo escucho está ante los ojos de todos. Todos pueden verlo, todos pueden sentirlo y todos pueden escucharlo. Alguno hasta comprenderlo. Y no es una tontería. Ya puede haber cien mil millones de conexiones digitales, hoy en día -y todo en tu mano- que es más común que nunca el sentirse solo. Sentir que nadie te escucha, o que nadie te ve.
En estas semanas, no es el caso. Y es que cada persona que está leyendo esto, se ha comido a Ben Yart hablando sobre chihuahuas en uno de los espacios con mayor exposición del país: las Gallery Sessions. Y en parte, Ben Yart habla de mí. Ante los ojos de todos: de los míos que por poco se cargan el móvil, deslizándose entre las grietas de la pantalla. Y ante los achinados por los porros y las risas dentro de una lonja.
Vazkez también ha hablado de mí. Más que hablado, ha cantado. Me ha dedicado una canción. Y por no ser pretencioso diré que también se la ha dedicado a mi ama. Y a mi amama. Y a cualquier persona nacida en Euskal Herria -o no- que ha luchado contra muchas cosas. Contra las clases sociales, contra la violencia policial, contra el abuso de poder, contra la crisis y la inflación…
Vazkez es de Portugalete, aunque parte de su familia proviene de Galicia. Como la mía. Seguramente como la tuya, o como la de alguien de tu kuadrilla. Y cuando digo “Galicia” también quiero decir “Extremadura”, y “Castilla”. Y Asturias, y Catalunya… Ben Yart es de Mendillori, aunque conoce muy bien Bizkaia. Lo que viene a ser el centro, Bilbao, y lo que vienen a ser las villas como Portugalete.
‘Ceros’ es complejo, enrevesado, misterioso… Una adivinanza kinki. Te habla como a un niño, con metáforas divertidas que entiendas. Aunque el que te habla es un profesor súperdotado, al que le puede la emoción sobre lo que te está explicando. Y eso no lo hace complejo, sino interesante.
Su hermana, ‘La Ría’, es muy diferente. Es muy directa y tiene mucho desparpajo. No es kinki, es canalla. Te pide un piti y un hielo para el cubata y ya le has visto de espaldas dando tres pasos cuando ha gritado: “eskerrik asko”.
Quiero hablaros de cómo es la situación en esa casa. Pero antes de todo esto, tengo que explicaros algo. Vazkez escribió ‘La Ría’ por La Ría de Bilbao. Es realmente la ría del Nervión y del Ibaizabal, la misma que muere y nace en el mar cantábrico. Aunque nosotros, los de Bilbo, le decimos simplemente: La ría.
Tiene mucha historia a su alrededor, aunque todo esto haya cambiado enormemente con el paso de los años. Y pese a que la situación se ha regulado, aquí hay un mantra: los pijos y los ricos viven en la margen derecha de la ría. Y la clase obrera, es a la que le queda la margen izquierda. El pobre va donde puede, el rico viaja. En la derecha se agolpan cómodamente los chalets y las tiendas. Mientras las vecinas se quejan de la mala imagen que da el humo de las fábricas, que hace desaparecer -no para siempre- a los de la margen izquierda.
En la margen derecha está el puerto marítimo, con sus barcos amarriditos. A la margen izquierda llegan los del resto de provincias a recoger el pico. ¿Qué prefieres un Q5 o un X5? ¿Qué prefieres picar la mina en Malaespera o mancharte las manos en la siderurgia en Altos Hornos?
La cosa ha cambiado mucho, aunque el sentimiento distante a veces se siente. Como un miembro fantasma. Y de eso va ‘La Ría’ de Vazkez. De esa chica que vivía al otro lado de La Ría, pero ha cambiado de peluquería. Y ahora se junta con la porquería.
«Ha cambiado las perlas por los aros del chino.
Se ha puesto coleta.
Ha roto sus vestidos.
Se ha cambiado al gitaneo,
antes siempre era de Fito».
‘La Ría’ es un himno, y es el nuestro. Porque cada frase puede hablar por nosotros. Y es que hay cosas que no cambian. Hay historias que nunca entenderemos, y es difícil que alguna vez entendáis alguna historia nuestra. En media península creen que es buena idea asociar ‘vasco’ a ‘etarra’. No voy a luchar por desligar la palabra ‘violencia’ de ‘etarra’, eso es demasiado. Ni siquiera creo que se deba hacer. A lo que voy es que: resulta crudo que muchos sigan llenándose la boca con una ETA extinta, mientras los abusos de poder todavía hoy vigentes parecen insustanciales.
No nos olvidamos. Hemos crecido, nos hemos educado y nos hemos divertido en los Gaztetxes. Nos ha pegado la policía fuera de Kukutza. Y les ha pegado la policía en Errotxapea.
Quiere tatuarse a fuego «ACAB» en las costillas,
para luchar contra la opresión policial.
Pero le da palo por su tío policía,
y va con él de vacaciones a la playa de Gandía.